Diario de un soñador: "El Judas de Miraflores"; por Luis Rivero

Maduro fue derrocado y alguien lo traicionó. (Imagen: Gustavo Bencomo)
Día 1.

La inquietud no me dejaba dormir.

Me levanté, caminé hacía la ventana de la habitación y vi caer en el horizonte el primer rayo de sol que alumbraba a un país confundido y desorientado, totalmente diferente al del día anterior; y es que ahora solo dos cosas estaban claras: Maduro fue derrocado y alguien lo traicionó.

Nadie sabía a ciencia cierta cómo había ocurrido todo. Los medios de comunicación callaban y toda la información que había era extraoficial.

Sin embargo, en las redes sociales la gente arrojaba cualquier tipo de teorías conspirativas, que en cuestión de minutos, se convertían en la versión "real", hasta que era sustituida por otras historias, siempre más exageradas y fabulosas que la anterior.

Una de las versiones más creíbles, planteaba que ayer una coalición de militares y civiles ingresaron al Palacio de Miraflores mientras el Presidente se encontraba en Consejo de Ministros.

La operación denominada "Quítenle el bigote al burro" (típico del humor venezolano) inició a las cero ochocientas horas y tenía como fin llegar al salón de conferencias, ubicado en la torre noreste, donde estaba Maduro con sus ministros, y secuestrar a los sujetos hasta que una nueva junta de gobierno, encabezada por altos líderes de la oposición, restablecieran el orden democrático en Venezuela.

Usaron 69 hombres en total: 12 francotiradores, 35 soldados divididos en 5 equipos de tierra, 3 helicópteros "Apache" de segunda generación con 4 tripulantes en cada uno y 5 tanques de guerra con 2 militares por vehículo.

Todo coordinado bajo el mando del ex detective del CICPC, Oscar Pérez, quien fuera el principal promotor del alzamiento militar ocurrido en junio del 2017.

Otra pintoresca teoría, que se mantuvo en la palestra cibernética por un tiempo considerable, explicaba que ciertamente un grupo de soldados había entrado ayer al Palacio Miraflores; pero que no eran 69, ni eran venezolanos solamente.

Resulta que los Estados Unidos, o como le dicen por ahí: el "Tío Sam", envió un grupo secreto llamado los Black Angels, conformado por los más hábiles militares de todos los componentes del sistema de defensa da la nación.

Estos increíbles soldados, que en total eran 20, dirigían a otro escuadrón de 30 hombres cuyas funciones dentro de la misión denominada "02-16" eran vestirse como civiles e ir a la cerca lateral de Miraflores a simular una protesta para que la policía presidencial y los funcionarios de la FANB dejaran sus puestos y así los Black Angels pudiesen entrar con sigilo, y sin violencia, sustraer al Presidente, al Vicepresidente y a Diosdado Cabello, y llevarlos a un aeropuerto privado para ser trasladados a suelo norteamericano.

Y así, uno tras otro, eran los fabulosos cuentos que surgieron sobre el derrocamiento del Presidente.
Lo cierto es que durante todo el día los venezolanos vivieron sin verdades, espectadores de un entramado libreto ficticio, que bien podría ser verdad. Y es que, como alguien dijo, "si Maduro llegó a ser presidente todo es posible".

La noche estaba cayendo. Nada oficial se sabía aún.

Ninguna autoridad política se había pronunciado hasta entonces, ni de derecha, ni de izquierda. Al parecer, unos desaparecieron por cobardes y otros por astutos.

"Nunca sabremos la verdad -dijo una vecina que especulaba sobre lo sucedido-, se inventarán una historia a la medida para apaciguar las dudas y ya", sentenció la mujer.

A las 8:00 pm se escuchó un sonido que durante los últimos años había sido muy cotidiano, sin embargo, ahora no era igual: "Esta es una transmisión de radio y televisión siguiendo lo establecido en el artículo 10 de la Ley de Responsabilidad Social en Radio Televisión y Medios Electrónicos". Y así comenzó la cadena nacional, con los integrantes del golpe que derrocó a Maduro a la cabeza y con los posible líderes del nuevo gobierno en Venezuela.

Frente a la cámara, siendo vistos quizá por todo el país, se encontraban de pie un grupo de militares y políticos de segundo y tercer grado. Sentados delante de ellos, apoyados en una mesa larga color caoba, con algunas siluetas detrás, había 6 personas del alto mando político del país.

En el costado izquierdo de la mesa: Julio Borges y Luisa Ortega Díaz. Del costado derecho: Henry Ramos Allup y Leopoldo López y en el centro de la mesa; mostrando su cara de traidor, con las treinta piezas de plata en su conciencia, el Vicepresidente Tarek El Aissami.

Y junto a él, ocupando el puesto central, quien será, seguramente, el nuevo Presidente de Venezuela...

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